Cada día que pasa, vemos cómo nuestro gran río Las Ceibas se va convirtiendo en un riachuelo. Así como el tiempo deteriora a las personas, lo mismo le está sucediendo a nuestro querido río.
Ya no es como en aquellas épocas que se recuerdan con nostalgia, cuando las familias disfrutaban de los famosos paseos de olla, en sus aguas limpias y cristalinas. Las lavanderas se reunían en sus orillas para lavar ropa, y no faltaban los titulares en la prensa sobre trágicos accidentes en sus aguas profundas o las inundaciones que afectaban a varios sectores de la ciudad.
Es importante recordar que el río Las Ceibas constituye la principal fuente hídrica de Neiva, abasteciendo el acueducto municipal. Su cauce nace en el cerro Santa Rosalía, alcanzando una altura máxima de 3,150 metros en los ecosistemas estratégicos de Santa Rosalía (en el costado nororiental de la cuenca) y La Siberia. La cota más baja se encuentra a una altitud de 430 metros, coincidiendo con el área urbana de las comunas 1, 2, 3, 5 y 10 de la ciudad de Neiva.
La cuenca hidrográfica del río Las Ceibas se localiza en el costado oriental de Neiva, en la vertiente occidental de la Cordillera Oriental, delimitada por accidentes geográficos muy definidos. Se extiende desde las altas montañas que dividen el municipio con el departamento del Caquetá hasta su desembocadura en el río Magdalena, cubriendo un área aproximada de 299.7 km², lo que representa el 18.3% del territorio del municipio de Neiva.
La importancia de este río para la preservación de la vida es innegable. Es urgente hacer un llamado a las autoridades locales y a los entes de control, como la CAM, para que actúen en su preservación y cuidado antes de que el tiempo y la mano del hombre, con la tala indiscriminada de árboles, los asentamientos humanos, las aguas residuales y la basura que sin contemplación contamina sus aguas, lo sigan destruyendo. El cambio climático, con sus implacables olas de calor que azotan nuestra ciudad, la escasez de lluvias y la indiferencia de su gente también son factores que agravan esta crisis. Lentamente, nuestro río Las Ceibas agoniza.
La pregunta que cada neivano debería hacerse es: ¿qué pasaría si este río, que da vida no solo al ser humano, sino también a la fauna y flora, desapareciera? ¿De dónde obtendríamos el preciado líquido vital para nuestras necesidades básicas? Podemos vivir sin energía, pero el ser humano no puede sobrevivir sin el agua, ese líquido precioso y sagrado.
Wilfredo Torrente Perdomo
@wilfredotorren3