La Red Mundial de Jóvenes Políticos del Huila: la rebelión generacional que empieza a sacudir la política regional
Una nueva generación de líderes irrumpe en el panorama político del Huila, desafiando el poder de las maquinarias tradicionales y apostando por una forma ética, formativa y territorial de hacer política.
Por años, el mapa político del Huila ha estado trazado con los mismos nombres, las mismas maquinarias y los mismos pactos silenciosos. Pero en medio de esa inercia, una nueva generación decidió irrumpir con otra forma de hacer política: sin chequeras, sin jefes ni favores. Se llaman la Red Mundial de Jóvenes Políticos (RMJP) y, bajo la batuta de Cristhian Andrés Viatela, se han convertido en una fuerza inesperada que empieza a escribir un nuevo capítulo en la historia política del departamento.
Lo que comenzó como un movimiento juvenil de formación y participación terminó por convertirse en un fenómeno electoral. En las recientes elecciones de Consejos de Juventud, la Red presentó listas en doce municipios y obtuvo representación en ocho. Un hecho sin precedentes en una región donde los partidos tradicionales han monopolizado las estructuras locales durante décadas.
El golpe más sonado llegó desde Pitalito, el segundo municipio más importante del Huila. Allí, la RMJP —liderada por el joven Juan Esteban Orozco— consiguió la segunda votación más alta, superando a los partidos Liberal, Conservador, Centro Democrático y Alianza Verde. En palabras simples: la juventud organizada venció a la política tradicional en su propio terreno.
Un liderazgo que siembra, no impone
El artífice de este proceso, Cristhian Viatela, es un docente, investigador y activista social que ha hecho de la política un espacio para educar y transformar. Desde su rol como director de Gestión y Territorios de la Red, ha logrado articular liderazgos diversos, formar a decenas de jóvenes y abrirles paso en escenarios donde antes eran invisibles.
Su trabajo no se limita a la RMJP. Viatela es miembro del Observatorio de Políticas Públicas de Neiva, consejero nacional de Transición Energética del Ministerio de Minas y Energía, e integrante del Comité de Diversidades Humanas. Además, coordina proyectos sociales desde la Corporación Zueña Munay, donde trabaja con madres comunitarias en programas para la niñez, y se desempeña como vicepresidente de Diversurco, impulsando iniciativas de inclusión y equidad.
Ese perfil multifacético ha convertido al “profe” en una referencia obligada cuando se habla de renovación política en el sur del país. Su mensaje, más pedagógico que electoral, apunta a desmontar la cultura del atajo político:
“Los jóvenes deben replantear su comprensión de la democracia y luchar por la legitimidad, no por la inmediatez del poder. No se puede iniciar el camino político replicando las viejas prácticas proselitistas, comprando conciencias o buscando beneficios personales. La política juvenil debe asumirse con ética y compromiso real por el desarrollo de la región”.
Un movimiento que no se vende ni se arrodilla
La Red Mundial de Jóvenes Políticos no compite con las maquinarias: las desafía. Su apuesta es construir una plataforma desde la independencia, donde la formación política, la transparencia y el trabajo comunitario tengan más peso que los avales o las alianzas. Por eso sus logros trascienden las urnas: representan una nueva manera de entender la política, como herramienta de transformación y no de transacción.
Lo ocurrido en el Huila podría ser el preludio de algo mayor. El éxito de la RMJP muestra que la juventud no solo quiere participar: quiere gobernar con propósito, sin miedo a romper los esquemas que perpetúan la desigualdad política.
Aun así, dentro del movimiento nadie se engaña. Este fue apenas el primer paso de un camino largo y exigente. Pero el mensaje ya está lanzado: la vieja política tendrá que acostumbrarse a ver a los jóvenes disputando el poder no con discursos vacíos, sino con ideas, proyectos y trabajo territorial.
En los pasillos políticos del Huila, muchos ya lo reconocen: el “profe” Viatela no solo está formando líderes; está construyendo una generación que entiende que la verdadera victoria no es ganar elecciones, sino cambiar la forma de hacer política.

















