Cabal, Valencia y Guerra expresaron respaldo al partido y a su director, mientras la campaña de Miguel Uribe Londoño mantiene un tono de confrontación interna.
El proceso interno del Centro Democrático para definir su candidato presidencial vive días de alta exposición pública. Aunque algunos sectores han intentado presentar un panorama de división, los hechos recientes muestran que el partido conserva una sólida cohesión institucional en torno a su dirección nacional, encabezada por Gabriel Vallejo Chujfi.
Durante la última semana, tres de los precandidatos —María Fernanda Cabal, Paloma Valencia y Andrés Guerra Hoyos— enviaron cartas oficiales al Director Nacional del partido en las que ratificaron su respeto por las reglas internas, su confianza en el proceso de selección y su respaldo al liderazgo de Vallejo.
Las comunicaciones, de tono similar, fueron divulgadas por los equipos de campaña de cada uno de los aspirantes y coincidieron en un mismo punto: el Centro Democrático no está dividido, pese a las tensiones propias de una contienda interna.
Cohesión frente a la institucionalidad
La carta de la senadora María Fernanda Cabal destacó el compromiso con la transparencia y la institucionalidad del proceso. “Nuestro deber es fortalecer al partido y garantizar un mecanismo de selección legítimo, donde las bases tengan la última palabra”, señaló en su comunicación, al tiempo que ratificó su respeto por la autoridad de Vallejo como Director Nacional.
Paloma Valencia, también senadora y aspirante, coincidió en la necesidad de preservar la confianza en los procedimientos internos. En su misiva expresó que el Centro Democrático “debe dar ejemplo de disciplina y respeto por las normas que lo rigen”, e hizo un llamado a que las diferencias políticas no se traduzcan en ataques personales.
Por su parte, Andrés Guerra Hoyos, exdiputado de Antioquia y uno de los primeros en oficializar su precandidatura, subrayó la importancia del orden partidario. “Defender las reglas del juego es defender el uribismo”, afirmó, haciendo referencia a la trayectoria del movimiento fundado por Álvaro Uribe Vélez.
De esta manera, los tres precandidatos coincidieron en su apoyo a la institucionalidad, enviando un mensaje conjunto de confianza hacia la dirección nacional y de rechazo a cualquier intento por fragmentar la colectividad.
El contraste: una campaña que cuestiona el proceso
El único tono disonante dentro del proceso interno proviene de la campaña del senador Miguel Uribe Londoño, quien ha manifestado públicamente inconformidad con el desarrollo de la contienda. En distintos escenarios, Uribe ha denunciado supuestos bloqueos, falta de garantías y “maquinarias internas” que —según él— estarían afectando la igualdad entre los competidores.
Fuentes del Centro Democrático consultadas por Tinta Indeleble señalaron que los señalamientos del senador han generado incomodidad entre algunos militantes, pues contrastan con el mensaje de respaldo institucional expresado por el resto de los precandidatos. “El partido está unido y el proceso se está cumpliendo bajo reglas claras. No hay persecución contra nadie”, aseguró un dirigente de la colectividad que pidió reserva de su nombre.
El director Gabriel Vallejo ha reiterado que la dirección nacional actúa con imparcialidad y que todos los aspirantes cuentan con las mismas condiciones. “Nuestro propósito es garantizar un proceso limpio, transparente y participativo. Las reglas son para todos”, expresó en recientes declaraciones.
Unidad demostrada, diferencias naturales
En los últimos días, distintas voces del uribismo han resaltado que las cartas enviadas por Cabal, Valencia y Guerra desvirtúan la narrativa de fractura. Para los dirigentes de base, la pluralidad de posiciones dentro del partido no equivale a división, sino a una competencia legítima dentro de los cauces institucionales.
“Es normal que existan tensiones. Lo importante es que se mantenga el respeto por las decisiones de la dirección y por el resultado final”, explicó un miembro del Comité de Ética del partido, quien recordó que este tipo de procesos ya se han realizado en el pasado sin poner en riesgo la unidad interna.
De hecho, en las regiones el ambiente es de expectativa más que de conflicto. En departamentos como Antioquia, Valle del Cauca y Risaralda —donde los tres precandidatos tienen una base militante significativa— los equipos de campaña han reiterado su compromiso con la lealtad partidaria y con el liderazgo de Vallejo.
Lo que viene para el partido
El Centro Democrático se encuentra en la fase final de la definición del mecanismo que determinará quién representará al uribismo en la contienda presidencial de 2026. Según fuentes internas, el proceso podría incluir una combinación de encuestas y consultas regionales con la militancia.
Mientras tanto, el partido busca mantener la unidad como eje central del debate. Las cartas enviadas por Cabal, Valencia y Guerra fueron interpretadas como un gesto de madurez política y una señal de respaldo al directorio en medio de las presiones mediáticas.
El desafío inmediato será evitar que las diferencias estratégicas se transformen en divisiones irreparables. Por ahora, las evidencias apuntan a que el Centro Democrático conserva una cohesión mayoritaria y que el discurso de ruptura proviene de una sola orilla.
A medida que se acerca la etapa decisiva del proceso, la dirección nacional insiste en un mensaje que hoy parece ser compartido por la mayoría de sus figuras más representativas: el partido puede debatir, pero no se fractura.
El mensaje de unidad ya fue expresado por los precandidatos, pero ahora las miradas se dirigen al directorio nacional. En medio del ruido y las interpretaciones, varios militantes consideran que ha llegado el momento de una declaración institucional firme. “El partido ya habló. Falta que lo haga su directorio de manera clara. ¿Van a defender el Centro Democrático o el silencio?”, se preguntan desde las bases uribistas, mientras el proceso interno entra en su fase más decisiva.


















