El lenguaje de odio viene desde el gobierno y sus bodegas; no se hagan los inocentes: Cabal
La aspirante presidencial del Centro Democrático confrontó al Gobierno por su cinismo: “No pueden hablar de paz mientras azuzan a sus bodegas para sembrar terror entre quienes pensamos diferente”.
En un país donde la democracia se tambalea al ritmo de discursos incendiarios y ataques calculados desde el poder, la senadora y aspirante presidencial María Fernanda Cabal alzó su voz con firmeza para denunciar lo que considera una estrategia sistemática de odio promovida desde el mismo Gobierno Nacional, bajo el amparo del presidente Gustavo Petro y ejecutada por funcionarios y bodegas digitales al servicio del régimen.
La controversia se encendió tras las declaraciones del nuevo ministro de Defensa, el general Pedro Sánchez, quien, tras el atentado contra el senador y precandidato presidencial Miguel Uribe Turbay, hizo un llamado a la “sensatez, la prudencia y el respeto”, advirtiendo que “en las redes sociales hemos encontrado lenguaje de odio que incita de alguna manera a la violencia”.
Sánchez incluso afirmó que ese tipo de lenguaje “le hace bien a los criminales” y pidió responsabilidad al dirigirse al público.
Pero la senadora Cabal, reconocida por su tono frontal y su incansable defensa de las libertades, no tardó en desmontar lo que calificó como una “retórica hipócrita”. Desde su cuenta oficial, lanzó un contundente cuestionamiento:
“Pregunto al Sr. Ministro de Defensa Gral. Pedro Sánchez respecto a los que difunden mensajes de odio: ¿si este personaje que hoy trabaja en RTVC pagado con nuestros impuestos ya ‘desescaló’ el lenguaje que ha usado contra la oposición? ¿Desde el gobierno acaso no han permitido estos ataques con bodegas?”.
Las palabras de Cabal no son gratuitas. En los últimos meses, la opinión pública ha sido testigo de cómo desde la propia Presidencia y las cuentas oficiales del presidente Petro se han promovido mensajes que rayan en la amenaza directa.
En uno de los episodios más alarmantes, durante una manifestación en la Plaza de Bolívar, Petro gritó: “Significa esta bandera, libertad o muerte. No aprueban la consulta… libertad o muerte”.
¿Libertad o muerte por no aprobar una consulta popular? ¿Qué clase de mensaje se envía al país cuando un presidente, en plena plaza pública, lanza consignas que evocan la guerra y el fanatismo político? No se trata de interpretaciones ambiguas: se trata de un lenguaje abiertamente confrontacional que, en palabras de María Fernanda Cabal, “legitima la violencia desde el poder y criminaliza la oposición”.
Aún más grave fue otro trino de Petro en el que afirmó que:
“Si a los amigos de Efraín Cepeda se les ocurre negar la Consulta Popular, el pueblo va a borrar esos congresistas de la historia de Colombia”.
¿Acaso no es esto una amenaza velada? ¿Acaso no se incita aquí a un linchamiento político y social? ¿Dónde está el ministro de Defensa cuando los mensajes de odio provienen del propio jefe de Estado?
Para Cabal, el discurso del gobierno es profundamente cínico: “Se llenan la boca hablando de respeto mientras financian bodegas que atacan, difaman y amenazan a quienes nos oponemos a este modelo autoritario. Nos quieren silenciar. Nos quieren hacer responsables de una violencia que ellos mismos cultivan desde Palacio”.
Y no es la única. Periodistas independientes, líderes de opinión y congresistas de oposición han denunciado cómo la estrategia digital del petrismo ha mutado en una maquinaria de persecución y desprestigio, a través de cuentas falsas, medios estatales cooptados y voceros oficialistas radicalizados.
María Fernanda Cabal, como aspirante a la Presidencia, ha reiterado que la defensa de la democracia no puede ser selectiva ni oportunista: “No vamos a aceptar que los mismos que siembran el odio ahora vengan a darnos lecciones de civismo. La democracia se defiende con coherencia, no con amenazas camufladas de discursos institucionales”.
El atentado contra Miguel Uribe, que aún está siendo investigado por las autoridades, debe ser condenado sin titubeos. Pero también debe ser analizado en su contexto político. En un ambiente donde el presidente lanza advertencias apocalípticas y amenaza a los congresistas que se le oponen, ¿es realmente absurdo pensar que ese clima de confrontación ha sido cultivado desde lo más alto del poder?
Cabal no se guarda nada: “Colombia está al borde de un abismo institucional. El presidente Petro no gobierna, presiona. No debate, impone. No lidera, amenaza. Y ahora quiere culparnos a nosotros por la violencia que él mismo ha incentivado desde el primer día de su mandato”.
Mientras tanto, los medios del sistema callan o maquillan. Las instituciones, timoratas, no enfrentan con decisión el avance del totalitarismo disfrazado de “transformación social”. Pero voces como la de Cabal siguen allí, firmes, alertando a un país que no puede permitirse perder su democracia entre arengas de plaza, bodegas digitales y un gobierno que pretende reescribir la historia a punta de odio y manipulación.
Porque como bien lo ha dicho ella misma: “El lenguaje de odio no se combate silenciando a la oposición, se combate desmontando las estructuras de propaganda que el petrismo ha instalado en el Estado. Y eso empieza por mirar al Palacio de Nariño”.