Japón, enfrentando una crisis en su sistema de pensiones y una inflación en aumento, está impulsando a muchos de sus ciudadanos a trabajar hasta los 70 años.
Japón, uno de los países con mayor esperanza de vida del mundo, enfrenta una crisis en su sistema de pensiones, lo que está obligando a sus ciudadanos a trabajar hasta edades avanzadas. Con una inflación que no se veía en décadas y un envejecimiento poblacional sin precedentes, más personas están postergando su jubilación hasta los 70 años o más. Este fenómeno no solo está cambiando la forma en que se vive la tercera edad en Japón, sino que también puede ser un preludio de lo que podría suceder en otros países desarrollados con tendencias demográficas similares.
Uno de los ejemplos más reveladores de esta realidad es Michie Hino, una mujer de 77 años que trabaja en un asilo de ancianos en la prefectura de Chiba, al este de Tokio. A pesar de haber superado ampliamente la edad de jubilación, Hino trabaja ocho horas diarias limpiando y lavando ropa para complementar su pensión, que asciende a apenas ¥40.000 (US$272) al mes. Este monto, insuficiente para cubrir siquiera sus necesidades básicas, la obliga a depender de un salario adicional de ¥160.000 (US$1.121) para llegar a fin de mes y poder ahorrar un poco.
La situación de Hino refleja un problema más amplio: el sistema de pensiones en Japón no está siendo suficiente para garantizar una vida digna a los jubilados. El promedio de los pagos combinados de asistencia social y pensiones públicas es de ¥144.982 al mes (US$1.015), lo cual apenas cubre la mitad de los gastos básicos de un hogar promedio. Esta realidad ha llevado a muchas personas mayores a continuar trabajando, incluso más allá de los 70 años, para sobrevivir en una economía afectada por la inflación.
Un envejecimiento poblacional sin precedentes
Japón se enfrenta a un fenómeno demográfico que está poniendo a prueba no solo su sistema de pensiones, sino también su economía en general. Con una esperanza de vida promedio de 81 años para los hombres y 87 para las mujeres, la población japonesa es una de las más longevas del mundo. Esta longevidad, aunque un indicador positivo de avances en salud y calidad de vida, está ejerciendo una enorme presión sobre el sistema de seguridad social del país.
Según la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE), uno de cada cinco ciudadanos japoneses mayores de 65 años vive en la pobreza, una cifra significativamente superior al promedio de la OCDE de 14,2%. La inflación, que ha aumentado más de un 2% en los últimos dos años, está agravando esta situación, y muchas personas mayores se ven obligadas a continuar en la fuerza laboral para subsistir.
El impacto en las elecciones
Este escenario económico y social será un tema central en las próximas elecciones del partido gobernante en Japón. Los candidatos están obligados a abordar cómo el aumento del coste de vida está afectando especialmente a los votantes mayores, un sector de la población en crecimiento. La incapacidad para enfrentar eficazmente la inflación ha sido una de las razones por las cuales el primer ministro Fumio Kishida ha perdido apoyo y eventualmente decidió dimitir. Los votantes esperan que su sucesor proponga soluciones concretas para mejorar las condiciones económicas, particularmente para los ciudadanos de la tercera edad.
Nobuhiro Maeda, analista sénior del Instituto de Investigación NLI, ha señalado que aunque el gobierno ha centrado sus esfuerzos en problemas relacionados con la caída de la tasa de natalidad, los problemas que afectan a las personas mayores, como las pensiones y el empleo, siguen siendo cruciales. «Las cuestiones que afectan a los mayores siguen siendo extremadamente importantes», subraya Maeda.
Un modelo a seguir para otros países
El envejecimiento demográfico de Japón no es un caso aislado. Otros países, como China, Corea del Sur, los Estados Unidos y varias naciones europeas, enfrentan desafíos similares debido a la reducción de la natalidad y el aumento de la esperanza de vida. La experiencia de Japón en la gestión de su sistema de pensiones y las políticas laborales dirigidas a la población mayor pueden ofrecer lecciones valiosas para otros gobiernos que enfrentan situaciones similares.
Sin embargo, los desafíos de Japón son más acentuados debido a la velocidad y magnitud de su envejecimiento poblacional. En las últimas dos décadas, el número de contribuyentes al sistema de pensiones ha disminuido en tres millones, mientras que el número de beneficiarios ha aumentado en un 40%, según el Ministerio de Bienestar Social de Japón. El gobierno, con una deuda pública que duplica el tamaño de su economía, ha destinado el 34% de su presupuesto anual a la asistencia social, en comparación con el 20% que se asignaba en el año 2000.
Reformas necesarias y el futuro del empleo
Ante este panorama, el gobierno japonés está explorando varias reformas, incluyendo la posibilidad de extender el periodo de contribuciones a las pensiones hasta los 65 años y fomentar la participación del sector privado en la contratación de trabajadores mayores. Desde 2004, los administradores de pensiones han realizado ajustes anuales a los beneficios en función de los precios y los salarios, y en algunos casos, esto ha llevado a recortes que han desencadenado demandas judiciales.
En paralelo, el Ministerio de Trabajo ha creado incentivos para que las empresas mantengan empleados a trabajadores de 65 años o más, proporcionando subsidios y financiamiento para la inserción laboral de personas mayores. La tasa de participación laboral de los hombres de entre 65 y 69 años, y entre 70 y 74 años, ha aumentado significativamente en las últimas dos décadas.
¿Una solución viable?
Si bien prolongar la vida laboral parece ser una solución práctica para mantener a flote el sistema de pensiones, las preocupaciones sobre la capacidad de los ancianos para sostenerse económicamente no desaparecen. Más del 80% de los japoneses de 65 años o más reportan dificultades para gestionar sus presupuestos familiares, según una encuesta del Gabinete japonés.
A medida que el resto del mundo observa de cerca la situación en Japón, el debate sobre el equilibrio entre trabajo y jubilación se convierte en un tema cada vez más urgente. ¿Es posible que el modelo japonés de trabajar hasta los 70 años o más se convierta en una norma global? Todo indica que sí, y que Japón está, una vez más, a la vanguardia de un cambio demográfico y laboral que afectará a generaciones futuras.