La llegada de Miguel Uribe Londoño a la precandidatura del Centro Democrático honra el legado de su hijo asesinado, pero abre el debate sobre el liderazgo interno del principal partido opositor al gobierno de Gustavo Petro.
El asesinato del senador y precandidato Miguel Uribe Turbay estremeció al país y dejó un vacío en el Centro Democrático en pleno año preelectoral. Hoy, su padre, Miguel Uribe Londoño, asume la precandidatura presidencial dentro del partido fundado por Álvaro Uribe Vélez, en un movimiento que busca honrar el legado del joven político y mantener unido al principal bloque de oposición al gobierno de Gustavo Petro. Sin embargo, la decisión abre interrogantes sobre el rumbo del uribismo, sus liderazgos internos y la estrategia para consolidar una alternativa sólida de cara a 2026.
El anuncio fue acompañado de un respaldo unánime de los demás precandidatos: María Fernanda Cabal, Paloma Valencia, Paola Holguín y Andrés Guerra, quienes han sostenido que la prioridad es mantener al partido cohesionado frente a lo que califican como “el deterioro institucional del país bajo el actual gobierno”. Para muchos, esta unidad es la principal fortaleza del Centro Democrático en un escenario político donde la oposición enfrenta constantes ataques y un oficialismo decidido a mantener el poder.
Un movimiento que despierta solidaridad, pero también dudas
Uribe Londoño, abogado y exsenador, reaparece en la política tras décadas de ausencia. Su decisión de asumir la candidatura surge en un contexto profundamente marcado por la tragedia personal: su hijo fue asesinado el 11 de agosto, tras sobrevivir dos meses a un atentado en Bogotá. “Asesinaron a Miguel, pero jamás podrán asesinar su propósito. Las ideas son indestructibles, pero necesitan ser materializadas para cambiar la historia de un país”, afirmó durante la misa fúnebre en la Catedral Primada, palabras que reflejan un compromiso más emocional que político.
El desafío es convertir ese sentimiento en un proyecto capaz de competir. Aunque su ingreso mantiene viva la bandera de su hijo, varios analistas advierten que no tendrá fácil posicionarse frente a figuras consolidadas dentro del partido. Gonzalo Araújo, de la firma Orza, señala: “La candidatura del señor Uribe Londoño puede ser un acto simbólico importante, pero difícilmente logrará superar a precandidatos con trayectoria y reconocimiento en la base uribista. Si no logra proyectar liderazgo propio, el partido podría llegar debilitado a la consulta interpartidista”.
Cabal, la carta más fuerte en un partido que busca proyectar liderazgo
Dentro de este panorama, nombres como el de la senadora María Fernanda Cabal cobran mayor relevancia. Con un discurso firme contra las políticas del presidente Petro, enfocado en seguridad, economía productiva y defensa de las instituciones, Cabal ha logrado consolidarse como una de las voces más influyentes de la oposición. Su presencia ofrece al partido una imagen de firmeza y experiencia en tiempos en que el electorado busca alternativas claras frente al gobierno actual.
Mientras Uribe Londoño deberá demostrar en los debates que puede ir más allá del legado de su hijo, Cabal y otros aspirantes tienen la tarea de presentar propuestas contundentes que conecten con las preocupaciones ciudadanas. El primer debate, que se llevará a cabo este domingo sobre corrupción, será clave para medir fuerzas dentro del partido y proyectar quién puede convertirse en el verdadero rival del proyecto político de la izquierda en 2026.
Unidad frente a un desafío común
Pese a las diferencias internas, el Centro Democrático muestra que su mayor fortaleza está en su capacidad de mantenerse unido frente a un gobierno que, según ellos, ha incrementado la inseguridad, debilitado la economía y generado polarización. La incorporación de Miguel Uribe Londoño, aunque polémica para algunos, refleja también la decisión del partido de no ceder terreno ante quienes buscan acallar a la oposición.
El acto previsto este sábado en el parque El Golfito, lugar del atentado contra Uribe Turbay, será un símbolo de resistencia y memoria. Allí, con la presencia de Álvaro Uribe Vélez y los precandidatos, se marcará el inicio de una carrera electoral donde el uribismo se juega su papel histórico: ser el contrapeso más sólido al proyecto de izquierda que gobierna Colombia.
La pregunta que queda abierta es si el partido sabrá capitalizar esa fuerza en torno a un liderazgo capaz de entusiasmar al electorado. Por ahora, María Fernanda Cabal parte con ventaja en experiencia y posicionamiento, pero el proceso apenas comienza. Lo cierto es que, con o sin Miguel Uribe Londoño, el uribismo sigue siendo el principal referente de oposición en un país que entra en un ciclo electoral decisivo.


















