Con cultivos de mora y especies menores, familias de Isnos conservan el Parque Natural El Dorado
A través de acuerdos de conservación firmados con la CAM, las familias campesinas se comprometen a preservar una zona de cobertura natural, mantener sus funciones ecosistémicas y ejecutar el proyecto productivo bajo criterios de sostenibilidad.
Conscientes del compromiso de contribuir a la protección de los recursos naturales, un grupo de 24 familias del municipio de Isnos, sur del Huila, cultivan mora de manera orgánica y sostenible a la vez que conservan el Parque Natural Regional El Dorado, un área protegida del Huila.
La clave está en un acuerdo de conservación que firmaron estas familias con la Corporación Autónoma Regional del Alto Magdalena-CAM, compromiso que les permite producir de forma sostenible mientras cuidan el bosque donde viven.
“A través del cultivo de mora tratado orgánicamente, estamos cuidando la naturaleza”, cuenta Claudia Lucía Muñoz Yáñez, una de las beneficiarias del proyecto. Ella con su familia vive en la vereda Palo Quemado, donde la mora se cosecha dos veces por semana, los lunes y los viernes. “Gracias a los ingenieros de la CAM que nos han venido a instruir, hemos hecho fertilizantes orgánicos, sabemos sacar microorganismos y eso nos ha ayudado a sostenernos como familia”.

En el acuerdo de conservación, los beneficiarios se comprometen a preservar una zona de cobertura natural, mantener sus funciones ecosistémicas, ejecutar el proyecto bajo criterios técnicos y seguir las recomendaciones ambientales. A cambio, la CAM se compromete a acompañarlos en todo el proceso del proyecto productivo sostenible.
El proyecto arrancó con una primera fase de acercamiento. “Nos relacionamos con las comunidades, identificamos a los posibles beneficiarios, empezamos con las visitas técnicas y luego definimos, junto con ellos, qué tipo de apoyo podemos ofrecer”, explica Wilmer Valenzuela, profesional de la CAM del Parque Natural Regional El Dorado. “Por último entregamos los materiales e insumos para implementar el proyecto productivo, brindamos capacitaciones y acompañamiento técnico permanente”.
Durante el acuerdo de conservación, estas familias no sólo están sembrando sin químicos, sino que están aprendiendo a cuidar el suelo, entender su acidez y adaptarse al clima. “Lo bueno es que aprendemos a tratar el suelo, porque no es fácil de cultivar. Y eso también nos lo enseñan los profesionales de la CAM que llegan del parque natural”, dice Claudia Muñoz.
Más que sembrar
La estrategia incluye algo más que la siembra. A través de las diferentes capacitaciones y escuelas de campo se les enseña a las familias a producir sosteniblemente sobre el cultivo de mora. Además, el proyecto se complementa con la puesta en marcha de una compostera y la cría de especies menores para el autoconsumo y la seguridad alimentaria.
“Con las heces de los animales se produce abono orgánico con el que nutren los cultivos de mora”, explicó Wilmer Valenzuela.
Con el tiempo, las familias no solo han aprendido a convivir con los animales silvestres que visitan los cultivos, sino a valorar su rol como guardianes de un ecosistema biodiverso. “Nos da alegría venir al cultivo porque ya nos podemos comer una mora sana, sin químicos. No solo es buena para nosotros, sino para quien la compra”, dice Claudia, quien siente que el aire limpio y la tranquilidad del parque no se cambian por nada.
Valenzuela lo resume: “Implementar este tipo de proyectos en áreas protegidas, en ecosistemas que son únicos y relicarios de la biodiversidad en el Huila, es necesario, pues no solo permite el bienestar familiar, sino que evita contradicciones entre la conservación y el desarrollo”.
“El mensaje para los huilenses es que ayuden a conservar nuestro patrimonio natural. Que sepan que todo no es químico. Cuando usamos químicos, también se afectan las fuentes hídricas y los perjudicados somos todos”, puntualiza Claudia Muñoz.