Petro suplica a Trump “pasar la página” y admite error en insinuaciones sobre golpes de Estado
La crisis diplomática entre Colombia y Estados Unidos se agrava: sin canciller y con relaciones deterioradas, Petro recurre a una carta para desescalar tensiones con Trump y evitar un mayor aislamiento internacional.
En un giro inesperado dentro del complejo tablero diplomático latinoamericano, el presidente de Colombia, Gustavo Petro, envió una carta al expresidente estadounidense Donald Trump el pasado 23 de junio, en la que admite haberse equivocado al insinuar un presunto golpe de Estado promovido desde Estados Unidos y le pide “pasar la página de los malentendidos” para restablecer el diálogo entre ambos países.
La misiva fue difundida por medios nacionales este lunes 7 de julio, justo cuando la política exterior del Gobierno Petro enfrenta una de sus etapas más críticas: sin canciller en funciones, con relaciones deterioradas con Washington y en medio de crecientes cuestionamientos por su cercanía con regímenes autoritarios.
“Deseo aclarar que cualquier expresión mía que haya sido interpretada como una acusación directa […] no tenía la intención de señalar a nadie de manera personal”, afirma Petro en la carta, en un intento por retractarse de sus explosivas declaraciones del pasado 11 de junio en Cali. En ese evento, el presidente colombiano citó al dictador venezolano Nicolás Maduro para insinuar que el senador republicano Marco Rubio estaría detrás de una conspiración contra su gobierno.
Las afirmaciones causaron una inmediata respuesta desde Washington. Rubio calificó las acusaciones como “infundadas y peligrosas” y exigió explicaciones formales al embajador de EE.UU. en Colombia. La tensión escaló cuando Petro ordenó el llamado a consultas de su embajador en Washington, Daniel García-Peña, una medida que acentuó el distanciamiento diplomático.
Consciente del impacto de sus palabras, Petro optó por un tono conciliador en su carta: “Los desafíos hemisféricos exigen cooperación, no recriminaciones”, escribió. Además, propuso una cumbre entre Estados Unidos y los países de la CELAC, buscando reposicionar a Colombia como un actor relevante en los debates regionales sin renunciar a su retórica antiimperialista.
Sin embargo, la carta también sirvió para defenderse de los señalamientos que lo acusan de contribuir a un clima de violencia política, tras el atentado contra el senador y candidato presidencial Miguel Uribe Turbay. “No existe prueba alguna que vincule a este gobierno ni a sus discursos con ese lamentable hecho”, sostuvo Petro, intentando desmarcarse de las acusaciones que lo responsabilizan por incitar a la radicalización con su discurso confrontativo.
La crisis diplomática entre Bogotá y Washington no es nueva, pero ha tomado un giro especialmente delicado en los últimos meses. Desde enero, cuando Petro impidió el ingreso de vuelos con migrantes deportados desde Estados Unidos, la tensión ha ido en aumento. En represalia, Trump —quien mantiene influencia en el Partido Republicano y es figura clave en la campaña presidencial estadounidense— promovió la imposición de aranceles del 25 % a productos colombianos, una medida que solo fue revertida tras intensas gestiones diplomáticas que hoy parecen desdibujarse.
El escenario actual es particularmente precario para la administración Petro: la renuncia inesperada de Laura Sarabia como canciller ha dejado acéfalo el Ministerio de Relaciones Exteriores, justo cuando se requiere mayor pericia diplomática para afrontar un contexto internacional adverso. Sarabia, que era considerada una pieza clave del círculo cercano del presidente, es la tercera canciller que abandona el cargo en apenas dos años de gobierno, lo que refleja una preocupante inestabilidad en la conducción de la política exterior.
Expertos en relaciones internacionales advierten que la carta a Trump, aunque políticamente significativa, llega tarde y sin mayor impacto real si no se acompaña de cambios de fondo. “Petro ha tensado demasiado la cuerda con Estados Unidos. Esta carta es un intento de recomposición, pero el daño ya está hecho”, afirmó un diplomático retirado consultado por Tinta Indeleble.
En momentos en que Colombia enfrenta una desaceleración económica, altos niveles de inseguridad y crecientes críticas por su alineación ideológica con gobiernos como los de Venezuela, Cuba y Nicaragua, la necesidad de mantener buenas relaciones con su principal socio comercial es más urgente que nunca. Estados Unidos representa más del 25 % de las exportaciones colombianas y es un actor clave en la cooperación en seguridad, lucha antidrogas e inversión extranjera.
La misiva de Petro evidencia, sin admitirlo abiertamente, que su apuesta por una diplomacia ideológica ha llegado a un punto crítico. Al pedir “pasar la página”, el mandatario colombiano da señales de querer evitar un aislamiento mayor. Sin embargo, para lograrlo, no basta con palabras: necesita resultados concretos, un canciller con experiencia y una política exterior coherente que supere el discurso y apunte a la reconstrucción de la confianza perdida.


















