Colombia marchó sin miedo: movilización masiva por la vida, la democracia y contra el desgobierno
En respaldo al precandidato Miguel Uribe Turbay, miles de ciudadanos se movilizaron en todo el país. Desde la Plaza de Bolívar, la senadora María Fernanda Cabal lanzó un duro mensaje contra la violencia, el socialismo y el gobierno Petro.
La mañana del domingo 15 de junio será recordada como un hito sin precedentes en la historia reciente de Colombia. Cerca de 60.000 ciudadanos se congregaron de forma pacífica, pero enérgica, en la Plaza de Bolívar de Bogotá para participar en la llamada Marcha del Silencio, una movilización ciudadana en rechazo a la violencia política y en defensa de la vida, la libertad y la democracia. La movilización fue también un acto simbólico de solidaridad con el precandidato presidencial Miguel Uribe Turbay, víctima de un atentado apenas unos días atrás.
Desde el corazón de la capital, sin tarimas de conciertos ni subsidios oficiales, se escuchó un mensaje claro: Colombia no se arrodilla. La senadora y también precandidata presidencial María Fernanda Cabal pronunció un discurso breve pero demoledor, cargado de sentido patriótico, rechazo a la violencia y una contundente crítica al actual Gobierno nacional.
“Colombia no se arrodilla a los violentos. Colombia no es socialista. Somos un país libre. Dios nos hizo libres. El pueblo colombiano no es de Gustavo Petro”, expresó Cabal frente a miles de manifestantes que la vitorearon con fervor.
En su intervención, la senadora del Centro Democrático se refirió directamente al modelo de “paz total” impulsado por el presidente Petro, al que calificó como una política perversa que desarma a la Fuerza Pública y fortalece a los criminales.
“Hoy vinimos a honrar la vida de Miguel Uribe y a rechazar la violencia patrocinada por este Gobierno que paga por no matar. ¡Colombia es más grande que Petro! Y ese dictador, o más bien, pichón de dictador, no se va a quedar. Si se quiere quedar, lo sacamos de allá”, exclamó Cabal, despertando una ovación masiva.
Una marcha sin clientelismo ni prebendas
Lo que distingue esta movilización de otras en la historia reciente del país es la autenticidad de su convocatoria. No hubo contratos estatales, ni artistas pagados con dineros públicos, ni refrigerios entregados a cambio de asistencia. Fue, como lo dijo la propia Cabal, “una cita con la conciencia”, un llamado ciudadano sin buses pagados ni pancartas financiadas con recursos del Estado.
La magnitud de la protesta, no solo en Bogotá, sino también en ciudades como Medellín, Cali, Neiva, Barranquilla y Bucaramanga, desbordó cualquier cálculo gubernamental. En lugar de reconocer el mensaje de fondo, el presidente Gustavo Petro reaccionó con superficialidad a través de su cuenta en X, donde escribió: “Éxito en la plaza de Bogotá. Un pueblo unido por la paz”.
La respuesta de Cabal fue tan inmediata como tajante: “Éxito de este país que lo rechaza y que acudió a una cita por la democracia, por la vida de Miguel Uribe, sin buses, contratos, conciertos, refrigerios o subsidios”.
El silencio que habló más fuerte que mil discursos
Lejos de ser un acto silencioso en el sentido estricto, la Marcha del Silencio fue un clamor nacional que retumbó en cada rincón del país. A través de la oración, el canto del himno nacional y la firmeza de las consignas ciudadanas, se envió un mensaje directo al Palacio de Nariño: Colombia está despierta.
Cabal, quien ha tomado una posición crítica y frontal frente al Gobierno Petro desde el Congreso y los escenarios públicos, aprovechó el momento para reafirmar su convicción de que es posible construir un país diferente.
“Esto nos da la esperanza de que sí se puede. Petro será cosa del pasado. Vamos a construir un nuevo país, a perseguir la corrupción, barrer la mediocridad y premiar el mérito”, declaró la senadora en redes sociales tras finalizar el acto.
Un país que clama justicia y libertad
Más allá de la presencia de líderes políticos, la marcha estuvo compuesta por ciudadanos de a pie: estudiantes, empresarios, madres de familia, trabajadores del campo, líderes religiosos y víctimas de la violencia. Todos con un mismo propósito: decirle NO a un modelo de Gobierno que, según los organizadores y participantes, ha debilitado la institucionalidad, favorecido a grupos armados ilegales y promovido un discurso de división y odio entre los colombianos.
El mensaje final, pronunciado en miles de gargantas, fue uno solo: Colombia no será silenciada por el miedo ni sometida por el desgobierno.
Si el presidente Petro no toma nota de lo que ocurrió este domingo, corre el riesgo de convertirse, como lo advirtió Cabal, en una figura del pasado que será juzgada por haber desaprovechado la oportunidad de unir a un país que hoy exige respuestas, no retórica.