“Guerrillero es guerrillero”: María Fernanda Cabal arremete contra los homenajes a Pepe Mujica tras su muerte
En un mensaje directo y sin eufemismos, la senadora del Centro Democrático María Fernanda Cabal criticó duramente el legado del expresidente uruguayo José “Pepe” Mujica, fallecido el 13 de mayo de 2025. Mientras líderes del mundo lo despedían como un ícono de la humildad y la paz, Cabal lo recordó como “un guerrillero que casi acaba con el parlamento uruguayo” y comparó su trayectoria con la de Gustavo Petro.
En un país como Colombia, donde las cicatrices del conflicto armado siguen abiertas y donde la figura del guerrillero convertido en político genera más divisiones que consensos, la senadora María Fernanda Cabal volvió a encender la polémica. Esta vez lo hizo a propósito de la muerte del expresidente uruguayo José “Pepe” Mujica, quien falleció a los 89 años el pasado 13 de mayo, tras una larga lucha contra el cáncer.
Mientras mandatarios, expresidentes y figuras públicas del continente rendían tributo a Mujica como símbolo de reconciliación, integridad personal y compromiso social, Cabal fue tajante: “Guerrillero es guerrillero. Punto”.
La frase, publicada en su cuenta de X (antes Twitter), acompañó su respuesta al concejal de Medellín Luis Guillermo Vélez, quien también cuestionó el homenaje global que recibió el exmandatario del Frente Amplio. Vélez escribió: “Nunca entendí cómo los uruguayos eligieron presidente a un guerrillero criminal que casi acabó con la democracia en su país. Luego los colombianos hicimos lo mismo eligiendo a uno mucho peor. Definitivamente, ni los individuos ni los pueblos escarmientan en cabeza ajena”.
La senadora replicó:
“¡De acuerdo! Ahora lo exaltan por ‘no haber sido un socialista malo’; o que ‘era un pobre viejecito’. ¡Casi acaba el parlamento uruguayo! Luego, con el embeleco de la marihuana legal, destrozó la Juventud y jamás redujo el crimen. Guerrillero es guerrillero. Punto”.
Y remató con ironía:
“Ahora falta que Petro busque colgar su retrato en el museo de la infamia”.
Las palabras de Cabal no pasaron desapercibidas. Mientras sectores afines al progresismo latinoamericano insistieron en destacar a Mujica como un ejemplo de coherencia entre el discurso y la acción —recordando su vida austera, su renuncia a privilegios y su lucha constante por la equidad—, la congresista colombiana denunció lo que considera una “idealización cómplice del terrorismo con rostro amable”.
Mujica: entre el mito y la militancia armada
La trayectoria de José Mujica es, sin duda, compleja. Fue miembro activo del Movimiento de Liberación Nacional-Tupamaros, un grupo guerrillero uruguayo que durante las décadas de 1960 y 1970 protagonizó asaltos, secuestros y atentados en el marco de la radicalización política del Cono Sur. Por estas actividades pasó más de una década en prisión, parte de ella en condiciones infrahumanas.
Con el retorno a la democracia en Uruguay, Mujica se reincorporó a la vida política institucional. Fue electo senador, luego ministro y finalmente presidente entre 2010 y 2015. Durante su mandato impulsó reformas progresistas como la legalización del aborto, el matrimonio igualitario y el consumo regulado de marihuana.
Muchos lo llamaron “el presidente más pobre del mundo” por su vida sencilla en una chacra (finca rural), el uso de un viejo Volkswagen escarabajo y su decisión de donar la mayor parte de su salario presidencial. Otros, como Cabal, ven en ese relato una cortina de humo que oculta un pasado violento y decisiones de gobierno que, según ella, “no hicieron más que deteriorar la seguridad y fomentar el libertinaje”.
Cabal insiste en denunciar el “lavado de imagen” del guerrillero
Las declaraciones de María Fernanda Cabal no solo apuntan a Mujica, sino que establecen un paralelo directo con el presidente colombiano Gustavo Petro, también de pasado guerrillero como exintegrante del M-19. La senadora ha construido buena parte de su carrera política sobre la crítica al proceso de paz, al “acuerdo con criminales” —como ella lo denomina— y al ascenso de líderes con historial en grupos armados.
En su visión, tanto Mujica como Petro representan una narrativa peligrosa: la de la “resignificación” del pasado guerrillero como si se tratara de una anécdota juvenil o una etapa superada. Para Cabal, ese tipo de indulgencia cultural abre la puerta a la relativización de los crímenes cometidos y al debilitamiento de las instituciones democráticas.
“El crimen no puede ser redimido por una sonrisa, ni por una chaqueta raída. Detrás de cada guerrillero hay víctimas, hay dolor, hay democracia mutilada. No olvidemos eso”, ha dicho en intervenciones pasadas.
Una visión en contravía
Mientras en Montevideo se celebraron actos oficiales en memoria de Mujica, y presidentes como Lula da Silva, Gabriel Boric y Gustavo Petro enviaron sentidos mensajes de condolencia, Cabal se erigió nuevamente como la voz disonante que no teme desmarcarse del consenso emocional. Para ella, los homenajes a figuras como Mujica no son más que parte de una estrategia continental para lavar el rostro del socialismo armado y mantener viva una “narrativa peligrosa para las libertades”.
Sus palabras, como es habitual, generan amores y odios. Pero en un país donde aún se debate el papel de los excombatientes en la vida pública, y donde las heridas de la violencia están lejos de sanar, la frase de Cabal resuena como un eco incómodo:
“Guerrillero es guerrillero. Punto”.