“¡Coja oficio!”: María Fernanda Cabal rechaza nueva oportunidad de Petro al ELN y le exige “ponerse los pantalones”
Petro fue al Vaticano y le pidió al papa León XIV que la Santa Sede sea escenario de los diálogos.
A un año exacto de las elecciones presidenciales de 2026, el presidente Gustavo Petro sorprendió al país con una nueva apuesta por el proceso de paz con el Ejército de Liberación Nacional (ELN), pese a los recientes hechos de violencia protagonizados por esa guerrilla, especialmente en el Catatumbo y el Chocó. La reacción no se hizo esperar: la senadora María Fernanda Cabal, férrea opositora de los diálogos, lanzó una dura crítica al mandatario: “¡Coja oficio! No más burla a los colombianos”.
El pronunciamiento de Petro se dio tras su visita al Vaticano, donde sostuvo un encuentro con el papa León XIV. Desde Roma, el jefe de Estado manifestó su intención de dar una “segunda oportunidad” al proceso de diálogo con el ELN, agradeciendo a Venezuela y Cuba por su papel como países garantes, pero sugiriendo que los próximos pasos deberían darse en Colombia. “Yo creo que es aquí donde se puede recordar la teoría del amor eficaz”, declaró el presidente, aludiendo a principios católicos en su visión de reconciliación.
Sin embargo, la senadora Cabal, precandidata presidencial por el Centro Democrático, calificó el anuncio como una nueva muestra de debilidad frente a un grupo armado que —según ella— se ha fortalecido gracias a las concesiones del Gobierno. “Póngase los pantalones para enfrentar a los criminales, no para ayudarles”, escribió en sus redes sociales, visiblemente molesta por la insistencia de Petro en mantener abierto el canal de diálogo con el ELN.
La postura de Cabal no es nueva. Desde el inicio del proceso, ha cuestionado la legitimidad de las negociaciones con un grupo que ha incumplido reiteradamente los compromisos pactados. Su desconfianza ha sido pública incluso respecto al papel de su esposo, José Félix Lafaurie, presidente de Fedegán, quien fue delegado del Gobierno en las conversaciones. Aunque Lafaurie inició con una posición más conciliadora, con el tiempo también se mostró escéptico ante los reiterados incumplimientos del ELN.
En efecto, el proceso ha estado marcado por episodios que han socavado la credibilidad de la guerrilla como interlocutor. El más reciente fue la ofensiva en el Catatumbo, Norte de Santander, que ha dejado más de 40.000 desplazados en lo corrido del año, además de los paros armados en el Chocó que paralizaron actividades en varios municipios. En medio de esta escalada, el ELN incluso llegó a recomendarle a Petro que consultara un psiquiatra, gesto que fue considerado por Lafaurie como una ofensa no solo al presidente, sino al proceso mismo.
“El tiempo me dio la razón”, ha afirmado Cabal en entrevistas recientes, insistiendo en que el ELN se ha burlado del país y ha utilizado las negociaciones para rearmarse y expandirse territorialmente. Para la senadora, las intenciones de paz del presidente no son más que una “cortina de humo” en momentos en que su gobernabilidad se debilita y el reloj electoral avanza.
A su vez, otros sectores políticos han expresado dudas sobre la viabilidad de retomar el diálogo. Consideran que el tiempo es limitado y que el presidente Petro, cada vez más presionado por los resultados de su gestión, busca un triunfo simbólico que alivie su desgaste político. El hecho de que la reanudación de las conversaciones se haya anunciado desde el Vaticano, sin una consulta clara al país, ha sido visto por algunos analistas como un gesto más diplomático que estratégico.
Lafaurie, por su parte, ha insistido en que la paz no puede depender únicamente de las buenas intenciones del Gobierno. “La violencia en todas sus formas —con el narcotráfico como factor desencadenante— nos llevó a una realidad de inseguridad que afecta a millones en campos y ciudades”, dijo, reafirmando la necesidad de una visión integral que incluya seguridad, justicia y desarrollo económico.
Mientras tanto, la senadora Cabal se consolida como una de las principales voces de oposición frente al proceso de paz con el ELN, perfilándose con fuerza en el panorama político de cara a las elecciones de 2026. Su mensaje es claro: no hay paz posible con un grupo armado que no ha mostrado voluntad real de desmovilización.
En medio de un clima de creciente polarización, la apuesta de Petro por una “segunda oportunidad” con el ELN se convierte no solo en una jugada arriesgada en lo político, sino también en un tema central del debate electoral que definirá el rumbo de Colombia en los próximos años.