Expertos advierten que la adopción de inteligencia artificial debe ir acompañada de políticas de reconversión laboral, actualización normativa y una gobernanza ética que garantice los derechos de los trabajadores.
En medio de una acelerada transformación digital, los empleadores enfrentan un complejo escenario donde la incorporación de inteligencia artificial (IA) se presenta como una herramienta clave para la eficiencia operativa, pero también como un factor que exige nuevas responsabilidades sociales y éticas. En este contexto, la gestión empresarial moderna debe equilibrar la innovación tecnológica con la protección de los derechos laborales y la sostenibilidad del trabajo.
Valeria Martínez, Senior de Servicios Legales de KPMG Law, advirtió que “la implementación de la IA debe ir de la mano con una estrategia de reconversión laboral”, subrayando que la adopción de esta tecnología debe considerar el impacto directo en el empleo y la necesidad de generar procesos de capacitación y reubicación laboral. Según Martínez, tanto las empresas como las instituciones gubernamentales del trabajo deben asumir un rol activo en la formación de los trabajadores, para que estos puedan integrarse a los nuevos perfiles que demanda la economía digital. “Así protegemos el derecho al trabajo y garantizamos el acceso al Sistema de Protección Social Integral”, afirmó.
La inteligencia artificial está modificando profundamente el panorama laboral. Además de impulsar nuevas oportunidades en áreas emergentes como la ciberseguridad, la robótica, el mantenimiento de sistemas automatizados y la transición energética, la IA está transformando la gestión interna de las organizaciones. Desde la automatización de nóminas y prestaciones hasta la mejora de las políticas internas de recursos humanos, los sistemas inteligentes se están integrando en cada eslabón del ciclo laboral. Frente a esta evolución, anticiparse al cambio ya no es solo una ventaja competitiva, sino una necesidad estratégica para mantener la sostenibilidad organizacional.
Urgencia normativa ante un nuevo paradigma del trabajo
Colombia, al igual que muchas economías en transición digital, enfrenta el desafío de una legislación laboral que no se ajusta a las nuevas formas de empleo. El auge del trabajo por plataformas digitales y la automatización de funciones tradicionales han generado una dinámica que escapa a las estructuras legales heredadas del modelo industrial. Este desfase normativo exige una actualización urgente del marco legal, que garantice principios como la equidad, la estabilidad y la protección del trabajador.
Uno de los puntos críticos es el reconocimiento de nuevas modalidades de trabajo que combinan la flexibilidad con la informalidad, lo que obliga a repensar el concepto mismo de empleo. A esto se suma la necesidad de salvaguardar los datos personales y proteger la privacidad de los trabajadores frente a tecnologías que, si no se utilizan de forma ética, pueden dar lugar a vigilancia excesiva o decisiones automatizadas sesgadas.
Ética, supervisión y gobernanza: pilares del uso responsable de la IA
El uso de algoritmos y sistemas de monitoreo en espacios laborales plantea profundas implicaciones éticas. Para evitar prácticas que vulneren derechos fundamentales, como la discriminación algorítmica o el tratamiento injusto de datos, expertos advierten sobre la necesidad de garantizar siempre la supervisión humana. La implementación de IA no puede estar desligada de los valores corporativos ni operar en ausencia de mecanismos de trazabilidad, transparencia y coherencia institucional.
“Una gobernanza de datos responsable no es solo una cuestión técnica o legal, sino un compromiso ético con la sostenibilidad y la confianza en las relaciones laborales”, señaló Valeria Martínez, subrayando que la transparencia en los sistemas automatizados debe ser un estándar mínimo en cualquier organización que aspire a una transformación digital inclusiva.
En ese sentido, el gran reto de los empleadores en esta nueva era no solo radica en adoptar tecnología, sino en hacerlo con responsabilidad, visión humana y sentido social. La inteligencia artificial, bien implementada, puede no solo mejorar la productividad, sino también generar un entorno de trabajo más inclusivo, dinámico y preparado para el futuro. Pero para lograrlo, será indispensable contar con una hoja de ruta ética y con políticas públicas que acompañen y regulen esta transición.