Con un discurso encendido durante la marcha del 1 de mayo, el presidente Gustavo Petro acusó al Senado de esconderse tras “mortajas negras” y amenazó con una revocatoria popular si no se aprueba su consulta laboral. La oposición lo acusa de incitar a la violencia y de chantajear al Congreso.
En medio de una Plaza de Bolívar colmada por miles de manifestantes convocados por el Gobierno para conmemorar el Día Internacional del Trabajo, el presidente Gustavo Petro protagonizó un acto político que ha desatado una tormenta en el escenario institucional colombiano. El mandatario, visiblemente molesto por el hundimiento de su reforma laboral en el Senado, acusó al Congreso de ocultarse tras “mortajas negras” y anunció la radicación inmediata de una consulta popular para imponer por las urnas las reformas que no ha logrado sacar adelante en el Legislativo.
“La Plaza de Bolívar está llena, pero el Congreso está escondido”, dijo Petro mientras apuntaba con el dedo hacia la sede del Capitolio Nacional, cubierto ese día con una tela negra como símbolo de luto o protesta, cuya autoría aún no ha sido aclarada oficialmente. “No nos pongan velitos negros de mortaja, el senador y el pueblo le tienen que hablar de frente al pueblo”, exclamó el jefe de Estado, elevando el tono frente a la multitud.
En un gesto cargado de simbolismo, Petro ondeó una bandera tricolor de franjas blanca, roja y negra, a la que llamó “la bandera de la guerra”, usada por los independentistas colombianos en el siglo XIX. “Esta bandera fue por la libertad o la muerte. Hoy la izamos para detener la violencia y exigir democracia”, expresó. Sin embargo, su uso y su interpretación causaron alarma entre sectores políticos, que acusaron al presidente de hacer una velada amenaza.
El momento más polémico del discurso llegó cuando Petro afirmó que si el Congreso se niega a aprobar la consulta popular que promueve su gobierno, “el pueblo de Colombia se levanta y los revoca”. “Cada nombre de los que voten NO será desnudado y mostrado ante los colombianos. Vamos a ver si siguen en el Congreso. No pasarán”, exclamó, en un tono desafiante.
Al cierre de su intervención, Petro propuso un pacto nacional: “No votemos por quienes le digan que no a la consulta. No votemos por quienes nieguen el cambio”, dijo, en lo que fue interpretado como un llamado directo a presionar políticamente a los legisladores desde las urnas, pero también desde las calles.
Ola de reacciones en el Congreso
Las palabras del mandatario encendieron las alarmas en distintos sectores del Congreso y desataron un debate que va más allá de la reforma laboral. Para muchos, el discurso de Petro representa una amenaza directa al equilibrio de poderes y una instrumentalización de las masas para presionar al Legislativo.
La senadora María Fernanda Cabal (Centro Democrático), una de las voces más críticas del gobierno, reaccionó con dureza: “Petro convirtió el 1 de mayo en un pobre espectáculo, amenazante como deprimente. ¿Qué quiere decir con la bandera de libertad o muerte? Más de 17 millones de colombianos nos eligieron congresistas y defenderemos a Colombia”, escribió en su cuenta de X.
Santiago Uribe, reconocido usuario de X fue más allá y calificó el discurso presidencial como una amenaza de muerte: “Petro acaba de amenazar de muerte a los congresistas colombianos. Primero explica que esa bandera significa libertad o muerte y luego amenaza con esa misma bandera si no le aprueban la reforma. ‘O me aprueban la reforma o habrá muerte’”.
Desde la Alianza Verde, la representante Katharine Miranda, usualmente cercana a algunas causas del gobierno, también criticó el tono del jefe de Estado: “¡Presidente Petro, deje de amenazar con revocar el Congreso! Si el Congreso no aprueba su improvisada consulta, está en todo su derecho y legitimado según la Constitución. ¡El Congreso no puede proceder según sus caprichos dictatoriales, aquí hay autonomía y libertad!”
¿Amenaza o estrategia electoral?
Para analistas políticos, lo ocurrido este 1 de mayo representa un punto de inflexión en la relación entre el Ejecutivo y el Legislativo. “Petro está llevando la confrontación institucional a un nuevo nivel, en donde usa la narrativa del pueblo contra la élite para justificar su frustración legislativa. Pero lo preocupante es que con ello tensiona la democracia y pone en riesgo el respeto a la institucionalidad”, señala Andrés Dávila, politólogo de la Universidad Javeriana.
Otros ven en este episodio una jugada de estrategia electoral para consolidar su base de apoyo de cara a las elecciones regionales y a una eventual prolongación del petrismo más allá del actual mandato. “No es casual que se hable de consulta popular justo ahora. Es un mecanismo que permite al presidente mantener viva su agenda y medir fuerzas frente al Congreso. Pero hacerlo con amenazas simbólicas o directas puede tener un costo muy alto”, afirma la analista Sandra Borda.
Un Congreso presionado
Mientras tanto, el Senado y la Cámara de Representantes enfrentan ahora un escenario tenso. Aunque la consulta popular es un mecanismo legal, su aprobación requiere aval legislativo. La presión pública y la narrativa presidencial podrían alterar el debate. Sin embargo, muchos parlamentarios se sienten intimidados por el lenguaje utilizado por el presidente.
El país queda así atrapado entre dos visiones: la del presidente que clama por transformaciones desde las calles, y la de un Congreso que defiende su autonomía frente a lo que algunos ya califican como “derivas autoritarias”.
En medio de esta confrontación, una pregunta comienza a resonar con fuerza: ¿cuánto puede tensarse la democracia colombiana antes de que sus instituciones empiecen a quebrarse?