Petro desata controversia por compra de aviones suecos: lo acusan de incoherencia y “charlatanería”
El anuncio presidencial sobre la adquisición de aviones Saab 39 Gripen ha generado una ola de críticas por parte de sectores políticos y ciudadanos, quienes recuerdan declaraciones pasadas del mandatario en contra de este tipo de compras.
El presidente Gustavo Petro anunció, a través de su cuenta oficial de X (antes Twitter), la adquisición de aviones Saab 39 Gripen de fabricación sueca, lo que desató una fuerte polémica política en el país. Aunque el mandatario justificó la compra como una necesidad para renovar la flota aérea y aseguró que vendrá acompañada de compensaciones sociales, múltiples voces han calificado la decisión como contradictoria e incoherente, recordando su postura crítica frente a un proceso similar durante el gobierno de Iván Duque.
“La flota de aviones que se adquirirá es completamente nueva, de última tecnología, ya implementada en Brasil, y son de la marca Saab 39 Gripen”, señaló Petro en su mensaje. Además, indicó que como parte de la transacción, se realizarán inversiones sociales en diferentes regiones del país: una planta de paneles solares de última tecnología en Córdoba, acceso a agua potable en zonas de La Guajira y mejoras en el hospital San Juan de Dios en Bogotá.
No obstante, las críticas no tardaron en llegar. Varios sectores políticos recordaron un trino del entonces senador Petro, publicado en 2021 durante el mandato de Iván Duque, donde cuestionaba duramente una posible compra de aeronaves militares. En esa ocasión, Petro escribió:
“La compra de aviones en medio de una crisis como la que vivimos es el máximo grado de irresponsabilidad de un gobernante. No entiendo un país que pueda aplaudir que no se usen los recursos para salvar la vida y en cambio sí en instrumentos para bombardear niños”.
El contraste entre ese mensaje y el anuncio actual ha servido de argumento para quienes lo acusan de doble moral. Una de las críticas más contundentes provino de la senadora del Centro Democrático, María Fernanda Cabal, quien afirmó:
“¿A qué horas cambió de opinión? Si los aviones los compraba otro gobierno era una irresponsabilidad, pero si los compra el suyo ¿es una maravilla? La moral relativa o distraída de Petro y sus amigos da pena”.
También se pronunció el exsenador y columnista Jorge Enrique Robledo, tradicional opositor del petrismo, quien calificó el anuncio como “charlatanería” e “incoherencia”.
“Recordar que el candidato Petro se opuso a que el presidente Iván Duque comprara los aviones que Petro está comprando. Otro caso de incoherencia de Petro: malo si esos aviones los compra Duque y buenos si los compra él. La charlatanería en el poder”, manifestó.
El concejal bogotano Daniel Briceño también se sumó a los cuestionamientos, señalando que esta compra deja al descubierto la contradicción del gobierno actual:
“Qué bueno que quienes incendiaron el país diciendo que Iván Duque era un irresponsable por querer modernizar la flota de aviones de la Fuerza Aérea ahora son quienes deben renovar esa importante flota. Quedan en evidencia los charlatanes”.
Frente a la oleada de señalamientos, el presidente ha defendido su decisión. Durante el aniversario número 105 de la Fuerza Aérea Colombiana, Petro ya había anticipado la necesidad de sustituir los aviones Kfir, que presentan fallas técnicas y limitaciones operativas. En ese sentido, argumentó que la modernización de la flota es clave para garantizar la seguridad de la Fuerza Pública.
Asimismo, el mandatario aseguró que esta adquisición no afectará las finanzas del país, a pesar del déficit fiscal proyectado en 12 billones de pesos para el presente año y las críticas por el bajo recaudo tributario. Según Petro, el plan se ha diseñado de manera que no comprometerá los recursos destinados a otras áreas prioritarias.
La controversia, sin embargo, parece lejos de apaciguarse. Mientras desde el Gobierno insisten en que se trata de una inversión estratégica acompañada de beneficios sociales tangibles, la oposición sigue señalando una evidente contradicción entre el discurso y la práctica del presidente. En un país marcado por profundas divisiones políticas, el episodio reabre el debate sobre la coherencia ética y la legitimidad de los cambios de postura en el ejercicio del poder.